De vacíos: a 7 meses de su muerte.

Mi hermano murió el 27 de octubre. Y en esa oportunidad no escribí acerca de la muerte, si no de los lazos que nos unen, a todos nosotros y que nada es casualidad. "Nuestra sangre es menos" fue el correo que envié a muchos.
Han pasado 7 meses, y los espacios vacíos quedan y duelen. Podré decir más acerca de esto pronto cuando extraiga lo escrito en las hojas por allí que tengo.
Lo cierto, es que mi hermano no era un santo, para nada. Era un "puta madre", y muchos más defectos horribles. Tan igualables a la de muchos otros. Pero tampoco era un demonio. Al menos más de 25 autos fueron a su cremación... autos llenos de gente, y no sólo autos, y eso indica algo.
La frialdad de su hogar lo llevó a buscar más allá de lo que la tradición nos obliga; y el único quien, en medio de ese frío hogar, lo animaba a seguir, era el caluroso cariño de su hijo, Franco. Lo demás, la fríaldad.
Hoy, a pesar del vacío que me deja... de aquél silencio que me incomoda... sólo pido por su alma y lo recuerdo con cariño... ahora, con una forma más trascendental, tal vez algo proveniente del hinduismo... de la trascendencia de las almas, me pregunto dónde habrá vuelto a nacer mi hermano, ahora en un mar más calmado, yéndose poco a poco, el barco de la tristeza.

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