Puente (un ser equivocado)

Comencemos con algunos ejemplos:
a) Coria, España: A las 4 de la madrugada se suelta un toro por las calles. La gente lo persigue hasta dar con él, y entonces se le acribilla a flechazos dirigidos, principalmente, a los ojos y las partes más sensibles. Cuatro horas más tarde será molido a palos. Finalmente, ya muerto, se le clavará una banderilla en el ano. Todo el pueblo celebra.
b) Francia: en la época de Restauración como una forma de entretenerse se lapidaban gallos, se jugaba al tiro al blanco con ratones vivos clavados en un tablón de madera.
c) Australia: Como a veces hay plagas de conejos, se organizan partidas de béisbol en que el animal, sustituye a la pelota, los que son reventados cuando el bate del lanzador lo golpea. Toda la gente se regocija!.
d) China: Algunos monos son trepanados para deleitarse con sus sesos todavía calientes mientras el animal ¡aún se agita débilmente!; para el hombre una delicia.
e) Chile: competencias clandestinas de caballos que terminan casi muertos, peleas de perros, quemar gatos o perritos vagos, perseguir al cerdito... rodeo. (¿la tradición, el orgullo patrio, la chilenidad?)

¿Por qué tanto odio a lo animales? Seguro que la psicología podría decirnos mucho más acerca de la naturaleza del SADISMO, pero en este caso, el de los animales, debemos pensar mejor en el ”objeto”, o mejor dicho, en el animal.
Pero es más preciso pensar en el CUERPO VIVO DEL ANIMAL.
Realmente, el animal cayó en desgracia, tuvo tal vez mala suerte y ella es ésta: es que es un ser vivo, y si vamos más precisamente a la particularidad, es que el animal tiene movimiento. Es un ser que se MUEVE. Ese es el punto: él se mueve.
Si él no se moviera, no tendría gracia... no tendría sentido de llamarnos la atención algo que no nos mueva los ojos… si un ser humano estuviera en pleno desierto sentado por horas... ¿qué es lo que le llamaría la atención? ¿un grupo de piedras que yacen sobre la tierra? o ¿un animal moviéndose entre ellas?.
Se han visto noticias en que los datos son verdaderamente crueles: como historias en que unos jóvenes drogados tomaron a un perro, lo amarraron con alambres de púas, o lo quemaron, o lo amarraron a la línea del tren para ver la amputación de sus extremidades, o lo meten en alguna bolsa para tirarlo también a la línea férrea. Si éstos hubieran tenido sólo piedras alrededor, seguro que no le hubiesen hecho nada, ni quemarlas, ni romperlas en la línea del tren, ni amarrarlas! No tendría sentido ¿cierto?.
Pero, en aquella noche, lamentablemente, en completa y fatigosa inocencia apareció un ser que se movía y, allí comenzó el sadismo.
A quienes van a disfrutar del rodeo, ¿cuál es la diferencia entre ustedes y aquéllos que hicieron eso? Ambos disfrutan con la intensidad del dolor que precede a la muerte… ambos sienten la superioridad y la arrogancia aplicada a perseguir a un animal con miedo, porque -aunque es una perogrullada- el animal tiene miedo, y no le mientan a los pequeños diciéndoles que el animal está jugando.
¿Se piensa que el animal sufre?, ¿que siente dolor?, ¿que el aullido significa algo?, ¿que, por último... la huida tiene su significado? No, nunca.
El que el animal se mueva, que se parezca a nosotros en muchas cosas físicas y hasta emocionales, molesta a un hombre arrogante, superegocéntrico, propietario de las cosas y de la naturaleza...”¿cómo se atreve este animal a parecerse a mí? ¡¡¿cómo se atreve?!!”.
El animal es un ser equivocado: porque no alcanzó a ser hombre y porque tampoco es una piedra.
Vivimos en una sociedad arrogante, propietaria de las cosas, que cree que puede hacer lo que quiera con ellas (si se empieza con los animales, después con los hijos, ¿qué más sigue?). Vivimos en una sociedad que se cree dueña del mundo, de la naturaleza, en un sistema político-económico neoliberal que la “DEVORA”, que “DESTRUYE” el planeta. Un sistema que sostiene todo este pensamiento arrogante y que, además, nos hace más distanciarnos de nosotros mismos.
Hablar en una crónica de algo “insignificante” -como aún consideran algunos al animal-, es una forma de comenzar a darnos cuenta en qué lugar lejano colocamos a la naturaleza en nuestras vidas, en nuestra sociedad: al “otro lado”, muy lejos, después de un abismo. El mismo lugar en que la coloca el gobierno de turno o el catolicismo conservador y neoliberal.
Si comenzamos a comprender la condición del animal (parecido a nosotros y propio de la naturaleza), nos daremos cuenta que este ser “equivocado” es el puente sobre ese abismo, que nos permitirá acercarnos a la naturaleza. Pero además, es el puente para comenzar un viaje en el que si queremos respetar el planeta, debemos también, ineludiblemente, cambiar nuestra forma de pensar, nuestros paradigmas y también, el sistema.

(Artículo que publiqué en diario La Alternativa www.laalternativa.org)